Sucede. Y no son cosas de niños.
Sucede, y hay niños que sufren. Niños que no entienden por qué tienen que ser objeto de burla, de acoso o de aislamiento por haber nacido con una malformación en los pies o por cualquier otra diferencia… O por nada, simplemente porque un compañero se fija en ellos y empieza a acosarles. En realidad, nunca hay un motivo.
Hoy voy a contarte una historia, sin nombres e intentando no dar muchos detalles, porque es una historia real.
Una niña de siete años con pies zambos sufre acoso escolar.
En el colegio, sus compañeras la abordan, la insultan y la amenazan… hasta el punto de acosarla y no dejarla salir de una estancia si no hace lo que ellas le piden (lo que le piden es que se humille).
Estamos hablando de una niña con pies zambos tratados, pero sin una evolución favorable. Numerosas cirugías y en constante rehabilitación. Esto debería dar igual, pero al parecer, las otras compañeras no empatizan con ella, sino todo lo contrario.
Así que la niña empieza a ser agredida psíquicamente por otras compañeras.
Se siente sola, humillada y dolida.
Ya no quiere ir al colegio, y está triste.
Al principio no dice nada en casa, pero al final, sus padres descubren qué está sucediendo y hablan con el colegio para intentar solucionarlo.
Pero el colegio no considera que haya nada que hacer porque son cosas de niños. Y los padres de las otras niñas tampoco consideran nada, porque son cosas de niños.
Son cosas de niños, pero la niña ya no quiere ir al colegio y está deprimida.
Y la familia desesperada.
Así que después de unos meses muy duros, la cambian de colegio. Esa es la única solución que encuentran, porque nadie les ayuda.
¿Y sabes lo peor? Que esto suele ser así casi siempre.
Porque son cosas de niños, porque los padres de los otros niños no ven en sus hijos nada que explicarles, nada que cambiar. Porque el colegio tampoco lo ve y no sigue el protocolo de actuación, o porque sinceramente el protocolo es deficitario. Y siempre sale perdiendo la víctima.
Cada día hay miles de niños marginados y acosados por cualquier diferencia o, simplemente, por haberse convertido en víctima de otro niño abusador. Así de sencillo, y así de duro.
Sin darnos cuenta, los padres de los niños NO ACOSADOS justificamos muchas veces las actitudes de nuestros hijos con el «son cosas de niños», sin darle importancia. Y seguramente es así, pero a los niños hay que educarles. Y en el momento que un niño sufre por la acción de otro… Hay que intervenir.
Y prevenir.
Porque cuanto antes lo hagamos, esté nuestro hijo en el lado que esté, será mucho más fácil que crezca sano en todos los sentidos… Ahora, sin darnos cuenta y cada vez más, educamos niños tiranos incapaces de empatizar con los demás.
Niños tiranos que en realidad son niños necesitados de amor y con una carencia de autoestima que necesitan llenar con abusos a los demás… para sentirse superiores a alguien, porque de lo contrario no se sienten importantes.
Pero eso no justifica nada… porque muchísimos niños, por uno u otro motivo, están siendo víctimas de acoso escolar. Y no debería estar sucediendo esto. Y lo peor es que miramos hacia otro lado.
En el blog Mi Mundo con Peques escribí un post sobre el acoso escolar y sobre esas «cosas de niños» que muchas veces no lo son: No es bullying, son cosas de niños… ¿Pero podría ser el inicio?
Amemos más y nuestros hijos amarán. Empaticemos y ellos empatizarán. Somos su ejemplo… Y si se equivocan, enseñémosles…
Lo que a ti no te gustan que te hagan, no lo hagas.
Lo que no quieres para tu hijo, no lo permitas para cualquier otro.
Que ningún niño se encuentre ni como acosador, ni como observador, ni como acosado.
Así de sencillo. Necesitaba escribirlo… porque es una realidad.
Una realidad que afecta o puede afectar a cualquier niño.
Este post lo he escrito desde una historia de una niña afectada con los pies equinovaros, pero sucede en muchos ámbitos, y no hay motivo. Cualquier motivo enciende el inicio de un abuso, de un acoso. Y ahí es dónde deberíamos actuar… todos.
Feliz día,
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