Este es uno de los mayores miedos que tenemos los padres de peques con pies zambos: la recidiva.

En este post te voy a explicar cómo fue en nuestro caso y todo lo que ahora sé. 

Recidiva. Nunca había escuchado esta palabra y, la verdad, es que me hubiera gustado que siguiera siendo una gran desconocida. Nunca me hablaron de ella y yo no busqué más información que la que necesité en su momento, porque creía que todo iba bien y a mi hijo lo estaba tratando un equipo experto en el tratamiento.

Ahora sé que me equivoqué, pero para ser justa conmigo misma y quitarme esta espina de culpa que llevo clavada, tengo que ponerme en el lugar de aquella mamá primeriza que no lo tuvo fácil, con un principio de embarazo difícil por el clima laboral duro en el que me encontraba, y que unido a ello tenía muchos otros conflictos que resolver… mientras disfrutaba todo lo que podía de mi embarazo y, después, de mi maternidad.

Así que, ahora, llegado a este punto me permito estas líneas para abrazarme y decirme a mí misma que hice todo lo que pude y supe en ese momento.

Si tú también sientes esa culpa intrínseca a la maternidad, pero también a la paternidad, permítete abrazarte también unos segundos.

En febrero de 2016 la revisión fue buena. Tan buena que la traumatóloga nos dijo que en junio le quitaríamos ya el calzado de horma recta. En junio, sólo 4 meses después, los pies de mi hijo habían entrado en recidiva.

Yo ya hacía unos meses que veía que él no caminaba bien. Metía un pie hacia adentro (muy poquito, eso es verdad) y las piernas muchísimo.

El inicio perceptible por mí fue ver como mi hijo empezaba a caminar ligeramente peor, con un pie ligeramente metido hacia dentro.

Y, aunque entonces no me di cuenta, tampoco apoyaba del todo el pie. Caminaba apoyando más el borde del pie, sin terminar de apoyar bien la planta… para al final, avanzado ya el retroceso, era tan evidente que se le llenaron los pies de durezas y empezaron a dolerle (del dolor de pies escribí en el post Mamá, me duelen los pies. Dolor en pies zambos).

Y, aunque calzado apenas se notaba, caminaba de puntillas. En casa, descalzo, eso sí se apreciaba. Entonces yo no sabía que caminar de puntillas era un claro síntoma de retroceso, porque el tendón no llega (recordamos que el tendón de Aquiles de nuestros peques con pies zambos es más corto, por eso se tiene que alargar). 

Claro que sin tener nada cualquier niño puede tener esa tendencia… pero en pies zambos cuando retroceden caminar de puntillas es síntoma de que no va bien, porque el niño camina así porque sus tendones están más cómodos, porque los músculos no terminan de ceder.

Yo eso no lo supe. Eso y muchísimas cosas más que ahora sé. Así que lo comparto aquí en el blog para que si te encuentras en esta situación sepas detectarlo a tiempo por si algo puede cambiar, o para que puedas tener un poquito de tranquilidad. Son muchas las veces que respondo a esta pregunta en privado o en redes sociales, y sé que preocupa muchísimo, como ahora me preocupa a mí que mi hijo no corrija bien sus pies o vuelva a retroceder el día de mañana.

Señales

  • El niño empieza a caminar con uno o los dos pies hacia dentro

  • No termina de apoyar bien la planta, lo hace sobre el borde del pie

  • Camina de puntillas

 

Poco antes de volver a la visita de revisión (donde se suponía que le quitarían el calzado de horma recta por lo bien que iba) grabé este vídeo. Por más que me decían que todo estaba bien yo no estaba tranquila, y cada vez caminaba peor. Lo publiqué aquí: Caminando con recidiva con pies zambos

*Al final de este post tienes el vídeo directamente (no he podido insertarlo aquí).

Muy importante

También hay que tener en cuenta que el proceso de corrección se haya realizado correctamente. Saber si el escayolado se ha realizado bien nos resulta difícil, pero a veces se observan anomalías evidentes.

Y la fase de la férula de corrección (en nuestro caso ya sabes que utilizamos la Férula Dennis-Brown) es súper importante. Aunque hay variaciones sobre el número de horas a utilizarla durante el primer año (nosotros las utilizamos 24 horas) según el Método Ponseti el niño debe utilizar la férula para dormir por lo menos hasta los 4 años de edad, aunque los expertos de referencia están recomendando alargar este periodo hasta los 5 años de edad para minimizar todavía más el riesgo de recidiva.

Esta segunda fase es importantísima, ya que según estudios realizados se ha demostrado que no utilizar la férula hasta esa edad (mínimo) puede aumentar el riesgo de recidiva un 60%.

Mi consejo: si notas que algo no va bien en el pie de tu hijo, busca una segunda opinión de un profesional que sea REALMENTE EXPERTO EN EL MÉTODO PONSETI. Aunque ahora te parezca un mundo… merece todo el esfuerzo, te lo aseguro.

También te recomiendo que utilices la fisioterapia para complementar el proceso de corrección (tienes varios post en los que hablo sobre ello) y su buen desarrollo. La fisioterapia es un complemento importante en cualquier niño y/o adulto desde mi punto de vista.

¿Cuánto tiempo pasa hasta que detectas la recidiva?

Respecto al tiempo que pasa hasta que detectas el retroceso… Eso depende de cada niño.

En nuestro caso notamos que nuestro hijo no caminaba bien sobre los tres años de edad (le quitaron la férula para dormir a los dos y medio, aproximadamente). Pero como he comentado ya en otros post, eso fue el principio, e intentamos evitar la operación con fisioterapia, plantillas y ejercicios (las plantillas no sirvieron de nada).

De todo esto tienes información más detallada en bastantes artículos aquí en el blog, sólo tienes que poner la palabra del tema que busques información en la lupa y te saldrán los post).

Y cualquier duda, comentario o consulta… Te espero en los comentarios de abajo 🙂 

Feliz día. ¡Seguimos caminando!


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