Pues sí, al final no lo hemos podido evitar.

Ha sido un proceso muy largo y bastante duro, sobretodo por la incertidumbre inicial, pero ahora, con las cosas totalmente claras y dos opiniones médicas, ya sabemos que hacemos lo correcto. Y no, no es tanto como nos decían al principio.

Hace un año y medio o dos, mi hijo empezó a retroceder en su forma de caminar. Bueno, en realidad, yo mucho antes veía que no terminaba de caminar bien, pero la traumatóloga me decía que eso era de la cadera, que los pies iban bien.

Y me quedaba tranquila.

¿Me quedaba tranquila?

Sí, porque eso se solucionaría con plantillas, como muchos niños a los que les ponen plantillas porque no terminan de caminar bien una vez tienen bien definida su huella plantar.

Eso me explicaron.

Ahora no me quedaría tranquila, y hubiera buscado otra opinión o, por lo menos, haberlo hablado con mi fisioterapeuta.

Pero poco antes del verano pasado sus pies empezaron a torcerse más, hacia dentro. Su caminar ya no era el mismo y no terminaba de apoyar bien la planta del pie.

Fue la primera vez que la traumatóloga nos habló de la posibilidad de una operación. Eso lo expliqué en este post Un retroceso en la corrección 

Fue un jarro de agua fría, pero buscamos soluciones: la fisioterapia. Y ella ha sido nuestra gran aliada.

Desde la primera sesión hemos notado grandes avances, como ya conté en el post Primera sesión de fisioterapia, pero no ha sido suficiente para el pie derecho.

Sé que lo he dicho muchas veces, y no me cansaré de repetirlo, pero la fisioterapia ayuda mucho a una buena corrección de los pies zambos.

Con esto no me refiero a que sea lo único que hay que hacer (cada caso es un mundo), pero siempre ayuda.

Yo, ahora, con mi experiencia, hubiera llevado a mi pequeñín a la fisioterapeuta desde que nació, para complementarlo con el tratamiento.

Aunque todo vaya bien, es bueno ir dando sesiones de fisioterapia, eso evita muchas veces una recidiva. Además de solucionar el problema de las caderas.

Eso sí, siempre que el fisioterapeuta sea un buen especialista en lo que a nosotros nos concierne: los pies zambos en niños.

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Hace unos meses, la traumatóloga que lleva a nuestro hijo nos comentó de operarle, pero sin darnos los detalles suficientes. Imagina nuestra preocupación, así que decidimos buscar una segunda opinión con una doctora de referencia.

Y confirmó el diagnóstico, una operación sencilla, con una recuperación relativamente rápida. Eso sí, operando por lo privado, y en otra comunidad autónoma.

Al principio el mundo se nos cayó encima porque lo que ella nos proponía no era la misma operación de la que nos habían hablado en nuestro hospital de referencia. Nuestra traumatóloga, en un principio, habló de algo más serio y complicado.

Pero gracias a los meses de tratamiento con fisioterapia el tendón del pie derecho está muy trabajado y ello favorece una operación mucho más sencilla.

Así que nos citamos con nuestra traumatóloga, nos explicó todo en detalle y nos quedamos tranquilos.

En septiembre le realizarán el preoperatorio y en octubre o noviembre le operarán.

Le operarán los dos pies para alargar los dos tendones (aunque el pie izquierdo ha evolucionado favorablemente, quieren asegurarse de que no haya otro retroceso y haya que volver a intervenir) y se realizarán dos tenotomías (el cortecito del tendón de aquiles, que no se realizó en su momento después de las escayolas).

Entonces no hizo falta, pero ahora sí.

Con esta operación conseguiremos que mi hijo camine bien, apoyando toda la planta, pueda ir de talones, a la pata coja con los dos pies, corra más y mejor… en fin, calidad de vida.

Porque ya tiene 5 años y es muy consciente de las limitaciones que tiene a causa de los pies equinovaros.

Eso sí, como ya comenté en La carrera de mi hijo es un niño muy fuerte, todo un campeón, y, aunque quiera llegar al máximo asume sus limitaciones.

En casa lo llevamos como algo natural, intentando no agobiarle con el tema de la operación y dándole incluso un toque de humor.

Al operarle por la seguridad social, las escayolas serán las típicas escayolas blancas de toda la vida y estará inmovilizado un mes. Así que intentamos prepararle sin angustiarle demasiado, imaginando qué dibujaremos en ellas y cómo le llevarán sus amigos del cole para aquí y para allá en la silla. Porque, claro, durante un mes tendrá que ir en silla de ruedas.

Después de ello, tres meses para ir recuperándose, aprendiendo a caminar correctamente y con ayuda de la fisioterapeuta.

Al final, hemos tenido mucha suerte, porque nuestra traumatóloga y nuestra fisioterapeuta tienen tanto interés en mi hijo que se llaman, se pasan vídeos del niño… están coordinadas y estarán coordinadas para su correcta recuperación.

Aunque sé que cuando se acerque la fecha me pondré nerviosa y será inevitable la preocupación, ahora me siento relajada y en cierto modo, aliviada.

Aliviada porque veo una pronta solución a algo que está afectando a la movilidad de mi hijo hoy. Y que el niño ya no es un bebé, ya es consciente y sabe que no camina bien, que no puede hacer según que cosas y que siempre queda el último en una carrera.

Feliz verano y disfruta al máximo de tu peque, ya sabes que esto pasa muy rápido y, a pesar de todo, ellos son niños inmensamente felices. Sólo necesitan de nuestro amor 🙂

¿Quieres aportar algo de tu experiencia? ¿También han operado a tu peque? Tu experiencia ayudará a otros papás que estén pasando por la misma situación 🙂

Feliz día,


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