La semana pasada tuvimos la revisión en Traumatología, y no fue bien.

Como ya te conté aquí mi hijo ha sufrido un retroceso en la corrección de su tratamiento (a esto se le llama recidiva).

Estábamos ya muy felices pensando que el tema de los pies equinovaros ya estaba superado, sólo era cuestión de días que le quitaran lo último que le quedaba para normalizar su vida: el calzado de horma recta. Pero nada es tan fácil, habíamos subestimado el alcance de esta deformidad.

Ahora lo voy entendiendo, quizás porque nadie nos lo explicó desde un principio. Sí, los pies equinovaros se corrigen, sí quedará bien, pero no perfecto. Y no podremos suspirar aliviados hasta que termine de crecer.

Este retroceso no se lo esperaba la traumatóloga. Nosotros tampoco, por supuesto.

Esta revisión fue un poco más larga, porque, claro, los pies no estaban bien. Desde que los vio ella a principio de verano habían empeorado, ni siquiera las plantillas consiguieron mejorar.

Nos explicó lo que ya nos había explicado la fisioterapeuta, que el problema es que mi hijo está creciendo muy rápido y el tendón no lo ha hecho. Y no ha crecido al mismo ritmo, seguramente, porque son pies ya tratados.

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Y aquí la solución pasa por la temida operación.

  • No apoya el pie bien, anda de puntillas (esto comenzó a trabajarlo la fisioterapeuta en la última sesión, que ha sido la tercera sesión de fisioterapia).
  • El tendón de aquiles del pie derecho es más corto que el del pie izquierdo, por lo que ese pie no gira bien, y cada vez menos. Por lo que cada vez es más evidente que anda con el pie torcido.
  • Dado el caso de que lo operasen, aprovecharían para alargar también el tendón tibial, y así conseguirían que el pie pudiera girar más hacia la derecha.

¿Que cómo se alarga el tendón tibial? Sacando de la pierna izquierda y uniéndolo al de la pierna derecha. Eso es lo que yo entendí, por lo menos.

Para mí pensarlo resulta horroroso.

Tengo que decir que estoy mentalizándome y que delante de mi hijo tratamos el tema con toda la naturalidad del mundo. Pero ese mundo a mí se me cae encima.

Como le dije a la traumatóloga que acabábamos de empezar con la fisioterapia, y que sólo llevábamos tres sesiones, me dijo que íbamos a probar a ver si funcionaba (con mucho escepticismo, todo hay que decirlo), pero que en tres meses nos veíamos y que si el niño seguía así habría que operarlo.

Y eso habrá que hacer si la fisioterapia no da resultado, porque esto le limita muchísimo. No puede caminar bien, ni correr bien, baja las escaleras fatal, está torpe (y se siente torpe)…

Qué sí, que lo sé, que si la fisioterapia no da resultado habrá que operarle, pero entiende que me duela un montón.

Que no es fácil… Nada fácil. Pero haremos todo lo necesario para que él esté bien, siempre.

Feliz día,


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