Creo que la vez que compramos la férula para la cadera (para corregir la displasia de cadera sobre la que hablé en el post «Displasia de cadera») era la primera vez que yo entraba en una ortopedia, pero a esas alturas ya tenía claro que no sería la última.

La verdad es que resulta toda una aventura, sobretodo cuando vas a por cosas que no son muy demandadas y vives en una ciudad muy pequeña.

Y eso es lo que hicimos nosotros como papás novatos en estos temas (y novatos también como papás).

Fuimos a la ortopedia que teníamos más cerca, la del pueblo.

Miraron en el catálogo y lo mandaron a pedir. No fueron demasiados días pero tampoco llegó al día siguiente, puede que pasaran cuatro o cinco días. Cuando llegó, nos llamaron y fuimos a recogerla.

La chica nos atendió muy bien, todo hay que decirlo, y nos enseñó a colocar el arnés a nuestro hijo.

La primera impresión fue un poco liosa, ajustar arnés por un lado, ajustar por el otro, pasar las hebillas, y cerrar cada broche… Pero luego fuimos cogiendo práctica y resultó más sencillo de lo que imaginamos, eso sí, nunca deja de ser un engorro.

Ese día, que fue nuestra primera toma de contacto con una ortopedia, aprendimos a colocar el arnés a nuestro hijo y un poco del papeleo que tienes que hacer para que la seguridad social te abone la parte que cubre.

Porque yo, ingenua de mí, pensaba que tú no llegabas a pagar esa parte, pero sí, tú la pagas, rellenas los papeles, los entregas, y, con suerte, un año después, la Seguridad Social te contesta con una carta diciéndote que el abono está aceptado y que te lo abonará en breve si estás de acuerdo. 

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Y lo peor es que ni siquiera te lo abonan todo… sólo una pequeñísima parte.

Para que te hagas una idea, esta férula la compramos el día 23 de febrero de 2012 y nos costó 80 €. La carta de la Seguridad Social como que estaba admitido es del día 18 de febrero del 2013, y el pago lo recibimos el día 3 de mayo de 2013.

*A día de hoy, julio de 2019, en que actualizo este post, esto todavía funciona peor… los plazos son más largos 🙁

Y esto funciona con todo igual, o peor, así que los casos más graves o que precisan de aparatos más caros, suponen un verdadero esfuerzo para una familia de renta media y no digamos si los aparatos tienen un coste elevadísimo o si la familia carece de recursos. Sí, hay ayudas, pero no las suficientes.

Los pasos a seguir son los siguientes:

  1. La ortopedia nos facilita un impreso de la Seguridad Social (que deberá sellar y rellenar los códigos de los artículos adquiridos).
  2. La ortopedia expide una factura a nombre del titular de la cuenta de cotización de la seguridad social sobre la que esté el niño.
  3. Estos documentos los entregamos en cualquier Centro de Salud de la Seguridad Social (¡ojo! no hay que confundirse con la Tesorería de la Seguridad Social), en Atención al Paciente, Administración o Citaciones (esto depende del ambulatorio o centro al que se acuda).

Este protocolo puede variar dependiendo de la Comunidad Autónoma, así que lo mejor es informarte (en el mismo hospital donde tratan a tu hijo, en atención al paciente), aunque las propias ortopedias tienen los impresos y saben cuál es el protocolo de actuación para el producto que compras.

Aquí, este día, entrando en la ortopedia iniciamos un camino y un aprendizaje que me ha llevado a constatar lo mal que funciona la Seguridad Social en España, en todos los sentidos.

Continuaré informando… Feliz día,


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