El viernes siguiente, 17 de febrero, volvimos al HOSPITAL, tocaba cambio de escayola.
Nos citaban a última hora para facilitarnos el viaje con el pequeñín. Además, nos dijeron que le diera el pecho justo antes de entrar a la consulta y, una vez terminado, les avisásemos y nos atenderían enseguida.
Con eso pretendían que estuviera más tranquilo, aunque yo ya lo había entrado la primera vez recién comido (mi niño estaba todo el día enganchado al pecho). Pero por lo menos, a partir de entonces, nos evitamos esas largas esperas, cosa que se agradece cuando estás con un recién nacido 🙂
Creo que ellos también intentaron mejorar respecto al primer escayolado, ya que aquella vez tuvieron que sujetarlo mucho y querían que estuviese más tranquilo. Y ese día ya nos dejaron estar a su lado mientras le manipulaban los pies.
Su padre y yo le acariciábamos, le decíamos cosas cariñosas… El niño lloró, pero poquito, y todo fue mucho mejor. Por lo menos, él sabía que estábamos allí, y nosotros no tuvimos ese dolor en el alma que nos desgarró la vez anterior.
Esa vez tampoco hubo tanta gente a su alrededor, estaba la traumatóloga, un par de auxiliares y un estudiante.
Foto de mi hijo con las escayolas, a los 7 días de nacer
Como curiosidad… Ese día mi niño se meó encima del estudiante. Fue un momento divertido, para todos menos para el estudiante, que no le hizo mucha gracia 😉
El proceso fue el mismo durante las siguientes semanas. Nos citaban los viernes, entrábamos cuando el niño terminaba de comer, le quitaban la escayola y le ponían la otra.
Lo que estaban haciendo era rotar el pie paulatinamente hasta conseguir la posición correcta, tal y como indica el Método Ponseti.
Puede parecer que el escayolado es algo sin importancia, o sencillo, pero no. El escayolado es tan importante que de cómo se haga depende mucho su corrección.
Ni debe estar holgado, ni muy apretado. Y los giros deben hacerse de una determinada forma, respetando los grados indicados.
La diferencia está en que, quizás, un niño necesite más escayolas que otro, pero la forma de realizarlas es la misma. El número de escayolas oscila entre 5 y 7, aproximadamente.
En nuestro caso fueron cinco escayolas y no le hicieron la posterior tenotomía del tendón de Aquiles.
Nosotros fuimos guardando todas las escayolas. Lo creímos tan importante que nos pareció que a nuestro hijo le gustaría tenerlo de mayor. Ahora, pasado el tiempo, creo que eso le dará igual.
En realidad, hemos ido guardando todo, pero al tiempo donamos al hospital todo el material (férulas y calzado) para que lo utilizaran otros niños con menos recursos.
La verdad es que es un material muy caro, y la seguridad social apenas cubre una pequeñísima parte… Y encima paga tarde. A nosotros, el primer pago de una parte del material nos llegó al año. Así que te animo a que cuando tu peque deje de utilizarlo lo dones.
Por desgracia, no en todas las Comunidades Autónomas se subvenciona este material y doy fe de ello, porque Aragón es una de ellas. Subvencionan una pequeñísima parte y te la abonan después de haberla pagado tú y con un año y medio de retraso (este tema me enfada muchísimo).
Y así… fueron transcurriendo las primeras semanas de mi peque, nuestras primeras semanas.
Feliz día,
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Buenas, he leido todas las entradas. Debe de ser muy duro enterarse de que tu hijo de que tu hijo cuando nazca va a tener algún tipo de malformación, por lo menos yas has anticipado que ha tenido un buen resultado, pero el sufrimiento no te lo quita nadie. Muchas gracias por compartir tu historia, seguro que a muchas personas les sirve. Un abrazo!!
Hola, cuando estás embarazada y te dicen algo así se te hunde el mundo, poco a poco vas asumiéndolo… Luego nace y sufres más pero lo llevas mejor porque lo tienes a él, y porque en nuestro caso todo ha ido bien. Pero he echado en falta más información, por eso he decidido escribir este blog. ¡Muchas gracias por tu comentario y por pasarte por aquí! Como verás… Acabo de empezar 😉 Un abrazo
Ya lo veo, aunque ha pasado tiempo desde la última entrada y la anterior. Gracias por pasarte tu por mi blog 😉